Hay una verdad y un principio irrefutables: “El hombre no fue creado para funcionar apartado del Espíritu Santo”. Para que el ser humano funcione de acuerdo como el creador lo dispuso, es necesario que el Espíritu Santo interactúe en nuestro ser.
El E.S. habla literalmente a nuestro espíritu, nos da gracia para hacer la voluntad de Dios, nos guía, nos conduce, nos ensena, nos redarguye, nos aconseja y hasta contiende con nosotros cuando nos desviamos del camino correcto. El E.S. nos llena de: Sabiduría, Inteligencia, Consejo, Poder, Conocimiento, Temor de Dios y Verdad.
Cuando el hombre se independizo del Espíritu Santo, altero su conducta y se convirtió en disfuncional. Al ser regido por la naturaleza pecaminosa, no agrada a Dios. Romanos 8:8. La maldad es producto de la disfuncionalidad del hombre.
El ser humano como creación de Dios, debe conocer cómo funciona dentro del contexto espiritual. Debe conocer a Dios para comprenderlo y saber cómo interactúa en nuestro ser a través del E.S. Prov. 1
El desarrollo moral cristiano, depende del avance cognitivo. El crecimiento depende tanto del grado intelectual, como de la actitud personal y de la educación espiritual que reciba. (Josué 1: 7-8; Deuteronomio 28: 1-2; y 8: 14)
Concepto de disfuncional.
Algo disfuncional es aquello que no funciona como corresponde, por alguna alteración física, química o de conducta.
Para entender un poco más lo que se está planteando con estas afirmaciones y lo que sucede cuando algo no funciona, a continuación, una analogía del hombre con el computador.
El computador está constituido por un Hardware que es toda la estructura física, y por un Software que es la memoria y los programas, los cuales requieren de un sistema operativo para funcionar de acuerdo para lo que fue creado.
El hombre fue creado con una estructura física que es su cuerpo, es decir el Hardware, el alma compuesta por la mente sus emociones y su voluntad, y el espíritu, es decir, alma, espíritu y corazón, es el Software. El Espíritu Santo guardando las proporciones, es el sistema operativo del hombre, que administra y armoniza y guía el conocimiento, las emociones la voluntad y lo que hay guardado en el corazón, para que funcione como fue creado por Dios.
El computador para funcionar acumula información a través de los programas que se le instalan, guardando en la memoria todo el conocimiento que contienen los programas.
El ser humano, recibe el conocimiento a través de la experiencia, de la costumbre y del estudio que de manera sistemática adelanta en el curso de su vida. Este conocimiento es guardado en la memoria y crea la conciencia (conocimiento reflexivo de las cosas y de la actividad mental) juicio de valor que emite un fallo moral.
El computador para interactuar con la información que guarda en su memoria, necesita de un Sistema Operativo que cumple la función de administrar toda la información (Software) y todos los componentes de la computadora (hardware), para que ejecuten y funcionen en forma armónica para lo que fueron creados.
Cuando el computador es atacado por un virus, El virus toma el control de los servicios básicos del sistema operativo, infectando, de manera posterior, archivos ejecutables que sean llamados para su ejecución. Cuando esto ocurre, el computador no funciona correctamente. Es decir se convierte en disfuncional. Esta situación se corrige a través de los antivirus.
El hombre cuando es atacado por el virus del pecado, si no es consiente, es decir, no posee el conocimiento para hacer el juicio que le permita distinguir entre el bien y el mal, y decidir por lo correcto, se contamina y altera la voluntad. Esto hace que el E.S. no conviva en él y por tanto, se convierte en disfuncional, pues actúa guiado por la naturaleza pecaminosa y no por el E.S. como lo creo Dios. Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. (Romanos 8:5)
La consecuencia de juicio que genera esta disfuncionalidad, la encontramos en muchos pasajes de la Biblia, pero he querido en esta oportunidad, basarme en lo que dice Romanos 1: 28 al 32: que demuestra la actitud, que hoy en día persiste y sigue imperando en el mundo, por lo cual estamos sumidos en la maldad:
“Además, como estimaron que no valía la pena tomar en cuenta el conocimiento de Dios, El a su vez les entrego a la depravación mental, para que hicieran lo que no debían hacer. Se han llenado de toda clase de maldad, perversidad, avaricia y depravación. Están repletos de envidia, homicidios, disensiones, engaño y malicia. Son chismosos, calumniadores, enemigos de Dios, insolentes, soberbios y arrogantes; se ingenian maldades; se rebelan contra sus padres; son insensatos, desleales, insensibles, despiadados. Saben bien que, según el justo decreto de Dios, quienes practican tales cosas merecen la muerte; sin embargo, no solo siguen practicándolas sino que incluso aprueban a quienes las practican.”
Para superar esta situación del hombre disfuncional, Dios en su bondad y misericordia, creo el plan perfecto para transformación de la humanidad y el restablecimiento de la comunión con Dios. Este es el nuevo pacto revelado en Jeremías 31: 31 al 34 que dice:
“Este es el pacto que después de aquel tiempo hare con el pueblo de Israel afirma el Señor. Pondré mi ley en su mente y la escribiré en su corazón. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.
Ya no tendrá nadie que ensenar a su prójimo, ni dirá nadie a su hermano “Conocen al Señor” , porque todos, desde el más pequeño hasta el más grande, me conocerán –Afirma el Señor—Yo les perdonare su iniquidad, y nunca más me acordare de sus pecados.
Para complemento de este pacto, el Señor dice en Ezequiel 36: 25 al 27:
“Los rociare con agua pura y quedaran purificados. Los limpiare de todas sus impurezas e idolatrías. Les daré un nuevo corazón y les infundiré un espíritu nuevo, les quitare ese corazón de piedra que ahora tienen, y les pondré un corazón de carne. Infundiré mi Espíritu en ustedes, y hare que sigan mis preceptos y obedezcan mis leyes.”
Este plan fue perfeccionado por la obra de Nuestro Señor Jesucristo en la cruz y la revelación de las buenas nuevas que es el evangelio de Jesús, Dios hecho hombre.
De lo revelado, podemos asumir las siguientes premisas para tener una actitud correcta:
Cuida tu mente porque de ella dependen tus pensamientos.
Cuida tus pensamientos porque de ellos dependen los tesoros de tu Corazón.
Cuida tu Corazón porque de él dependen tus palabras.
Cuida tus palabras porque de ellas dependen tus acciones.
Cuida tus acciones porque de ellas depende tu actitud.
Cuida tu actitud porque de ella depende tu carácter.
Cuida tu carácter porque de él depende tu destino.
Cuando lleguemos a este nivel de convicción y lo convirtamos en la estructura de valores en nuestro Corazón, como patrón de comportamiento para nuestras vidas, podremos decir que hemos sido transformados y hemos renovado nuestra mente. Es decir, seremos cristianos integrales y la maldad será erradicada de nuestra mente. Viviremos guiados por el Espíritu Santo, como nos indica Romanos 8: 12 al 17. Aquí comienza el cambio y este debe ser promovido e instruido por la Iglesia, como quedo instituido por Cristo Jesús.