COLOMBIA NO PUEDE SEGUIR EN LA CARRERA DESBOCADA DEL SECTARISMO

POR: Rafael Gutierrez

07-24-2020

Colombia se ha polarizado  por  dos  iconos caudillistas que buscan  el ascenso al poder,  aparentando   capacidad para resolver los problemas comunes de la nación y de la política en Colombia, cuestión que no ha sucedido ni va a suceder como se ha podido comprobar. Estos dos iconos     Alvaro Uribe y Gustavo Petro  mediante sus diatribas y su pasado estigmatizado mutuamente   por sus antecedentes;  en primer lugar, por la vinculación   con los grupos armados como es el caso del M19 del que hizo parte Petro,   por  su simpatía con el gobierno del  dictador Nicolás Maduro y antes con el extinto Hugo Chaves y sus aliados cubanos, por su labor como alcalde de Bogotá  de una parte,  y, de otra parte,  Alvaro Uribe por la vinculación con los paramilitares a quienes les  puso a su disposición entidades del estado como es el caso del DAS, las versiones y denuncias que lo  vinculan  con el narcotráfico,  y durante su periodo en la presidencia,  por  ser el beneficiario de los delitos cometidos por funcionarios de su gobierno,  encontrándose unos  en prisión, otros huyendo de la justicia y otros incursos en procesos judiciales;  además, de  los muchos  que aparecen  en su contra como los crímenes de lesa humanidad, que  aún no han sido resueltos por la Corte Suprema de Justicia.   Así mismo, hay muchos más señalamientos, entre los que se menciona como ha  manipulado el poder en Colombia, para continuar ejerciendo su dominio y ser el verdadero poder detrás del trono; desde donde ha gestado actos de corrupción en la contratación del estado que le han representado al país la perdida de miles de millones de dólares y otros hechos motivo también de investigación como la manipulación de la justicia etc.

Estos dos iconos, antes de enfocarse a  resolver los problemas de la nación,  han llevado a los colombianos a un resurgimiento del sectarismo que ha sido a través de la historia  el culpable de los ríos de sangre que se han derramado a lo ancho y largo del país durante los últimos setenta años. El grado de exasperación que se está levantando, ahora más que nunca,  debido a  la utilización de las redes sociales, donde  se observa el irrespeto y la ofensa mutua de los prosélitos  de los dos iconos,  va subiendo de tono con términos vulgares e irrespetuosos con el país,  que se hacen  más y más ofensivos, convirtiéndose en   el caldo de cultivo o la antesala  de un enfrentamiento cruento (sangriento y feroz) entre las partes involucrando como es obvio a la nación entera.

Todo esto,  sucede porque Uribe y Petro   no piensan más que en llegar el  uno,  y el otro mantener el poder, pues  no tienen en su mente la humildad y la responsabilidad  como le corresponde a los verdaderos líderes, para buscar    la reconciliación con  ideas que lleven a la paz y la convivencia armoniosa y respetuosa por parte de todos los colombianos.

Los colombianos  no podemos seguir haciéndoles el juego a estos iconos que solo piensan en llegar o mantener el poder,  para ponerlo o mantenerlo a disposición de sus intereses politiqueros corruptos a costa de los intereses y la vida de los colombianos;  si seguimos haciéndoles el juego,  vamos a terminar incrementando el derramamiento de sangre que tiene hastiada a toda la nación. Por el bien de nuestro país, es hora que detengamos esta carrera desbordada de sectarismo provocada  por unos lideres  mezquinos  que solo piensan en su grandeza, antes del bienestar del país,  así aparenten lo contrario.

Colombia tampoco puede seguir siendo gobernada por marionetas con libretos elaborados por los hilos de los poderosos que tienen secuestrado al Estado de Derecho y han puesto al país  a merced del paramilitarismo, del narcotráfico y de la corrupción en general.

Colombia necesita una renovación de liderazgo, necesitamos  líderes que les quepa la problemática del país en su cabeza, pero que no solo la tengan en su mente sino que tengan la sabiduría y la capacidad para poner en práctica las soluciones; soluciones reales y no subliminales como las que propuso el presidente Duque en su cuento de hadas,  titulado “IndignAccion” que no paso el umbral del idealismo, sino que  quedó en lo abstracto   como  pieza clásica del arte del engaño.

Ivan Duque fiel a las enseñanzas de su maestro, aplico  el arte del engaño para ser elegido, siguiendo las indicaciones que al respecto, el    padre de la ciencia política moderna Nicolás Maquiavelo,  quien  fue el primero en ofrecer una visión del poder político totalmente separado de la ética, de la moral y de la religión;  en este sentido indicaba: “Un príncipe (léase candidato) prudente,  no debe observar la fe jurada cuando semejante observancia vaya en contra de sus intereses y cuando hayan desaparecido las razones que le hicieron prometer. Principios seguidos por  el presidente Duque y   por toda la casta política en Colombia.

  Colombia no puede seguir siendo engañada por ídolos de barro construidos por un libreto   y utilizados según los hilos del que los manipula, pues carecen de capacidad propia por sustracción de materia,  para asumir la gran responsabilidad de gobernar un país como nuestra bella Colombia.

Colombia necesita renovación de liderazgo, distinto a los que desde la derecha, desde el centro y desde la izquierda, se han quedado en retoricas incendiarias, que cada vez dividen más a la nación. Líderes que construyan la paz y no la guerra, líderes que vean el campo y a los campesinos como el principal patrimonio de nuestra nación, líderes que no busquen fumigar con glifosato ni acabar con el medio ambiente.,  líderes que quieran educar a la nación con  educación gratuita.

En fin, Colombia requiere de un nuevo liderazgo que cambie el discurso demagógico y engañoso; líderes  capaces  que tengan  una visión clara para construir el futuro sacando al país de la complejidad en que se encuentra. Un liderazgo que sea competente para proyectar el destino del país a largo plazo con un proyecto país viable, factible y realizable no subliminal. Un proyecto país como política de estado que concite al país  y no de gobierno que son a  corto plazo  pues solo buscan al final de los mandatos haber hecho lo suyo. Un proyecto país con planeación estratégica que demuestre objetivamente las metas,  que logre bajo el régimen de la democracia, el bienestar social general, donde los pobres y los ricos gocen de ese bienestar social en paz y armonía como sucede en los países escandinavos que son modelo de transparencia y de bienestar social. Colombia no puede  seguir haciéndoles el juego a caudillos engañosos que mantienen al país con mentiras todo el tiempo. 

Colombia necesita líderes inspirados por el sentido humanitario, sensibles a los intereses populares; líderes que dentro de la democracia no pretendan engañar todo el tiempo a la gente; líderes que tengan un alto concepto de la justicia para respetarla y hacerla cumplir, no para utilizarla y perpetuarse en el poder, pues  Cuando un líder tiene como obsesión la supremacía, difícilmente podrá hacerle bien al país. Colombia necesita un líder que se coloque los pantalones metiendo una pierna a la vez, como el resto de los mortales; que no reprima la irreverencia critica, ni se  sienta héroe pues como decía Emerson, termina siendo un pesado.

Colombia necesita líderes que quieran defender el patrimonio y no lo entreguen a las potencias internacionales que buscan a través de la deuda influir y apoderarse de la infraestructura del país. Líderes que tengan claro el concepto de la soberanía  que no permitan caer en las redes de las potencias emergentes con proyectos geopolíticos imperialistas y comunistas, líderes que  rescaten  nuestro mercado y relocalicen  los procesos productivos que se exportaron a china. Líderes que formen equipos  capaces de sacar adelante a Colombia país rico y maravilloso.

Es tiempo de transición de los politiqueros a los líderes capaces de rescatar al país de las manos de los corruptos, de las mafias, de los paramilitares y restablecer el Estado de Derecho que anhelamos los colombianos de bien.

Este es el escenario y el reto  en el que se deben manifestar los nuevos líderes procedentes del sector privado,  del estudiantado, de las clases trabajadoras y de la comunidad en general  que entiendan la importancia de los nuevos desafíos  que la ciencia y la tecnología  le han traído   al país.

Colombia necesita salir de la noche oscura que llevamos pasando hace setenta años y que no hemos podido superar por el egoísmo y la avaricia  de los gobernantes, de los  políticos, de los poderosos del dinero, del narcotráfico, del paramilitarismo y en general de la corrupción, que tienen postrado al país en la pobreza, la falta de paz y la desigualdad principio de las revueltas y el enfrentamiento;  a lo que le hemos hecho el juego en todos los niveles de la sociedad, continuando con el sectarismo desbordado que nos va a llevar a tener baños de sangre mayores a los que hemos vivido.

No podemos seguir en este engaño en que nos han mantenido los políticos, los gobernantes y en general los corruptos.  Es el tiempo para empezar a barajar las propuestas del nuevo liderazgo de Colombia y estar listos con verdaderos programas de gobierno para que los elegidos para el próximo periodo,   empiecen a  sacarnos  de esta crisis, construyendo país,  bajo el marco  democrático que es el mejor del mundo si lo dejamos que funcione para lograr el Bienestar Social General de todos los colombianos.  Basta ya de la carrera desbordada de sectarismo en que hemos caído por la influencia de los caudillos que aparentan ser la solución.

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